Políticas migratorias
De los procesos demográficos, la migración puede resultar la más fácil de controlar. Cuando se busca atraer inmigrantes se adoptan medidas para favorecer que estos acudan, como las oficinas de reclutamiento en los países emisores conectadas con los países receptores. Por el otro lado se encuentran aquellos países que no quieren recibir inmigrantes entonces toman medidas restrictivas y de control de migración. Un ejemplo de esto fue la ley de cuotas que adopto Estados Unidos en 1921 para limitar la entrada de extranjeros. Otro ejemplo es el de España, que continúa con la ley de extranjería dictada en 2001, que regula los derechos y deberes de los extranjeros.
Algunas cuestiones se relacionaron con que los gobiernos no pueden impedir el derecho de las personas a la reagrupación familiar, que implica la migración de otros miembros de la familia de la persona que migro inicialmente hacia ese destino. Hay oficinas especialmente dedicadas a ello en los países receptores. Según la Convención de Ginebra de 1951, los países no pueden cerrarse por completo al asilo de personas.
También los gobiernos pueden favorecer a quienes abandonaron el país, otorgándoles pensiones o ayuda para la educación de sus hijos. A su vez, los gobiernos de países receptores pueden dotar a los inmigrantes de derechos esenciales, como la salud, educación, subsidios, vivienda y otros beneficios.
Con toda la existencia de barreras, no es posible frenar la emigración en un mundo con marcadas desigualdades. Es por eso que la emigración ilegal cobra mayor fuerza.
La libre circulación de personas en Europa
Los países de Europa delinearon algunas medidas respecto de su política migratoria. En 1985, en Schengen, firmaron un acuerdo para la suspensión de fronteras comunes, creando así una zona de libre circulación entre los países. Además potenciaron los controles en las fronteras extranjeras para impedir el ingreso de inmigrantes ilegales. Con el paso del tiempo países de la Unión Europa fueron ingresando a este convenio, conformando lo que se conoce como Espacio Schengen. Este convenio implico más control policial y puesta en común en asuntos legales, tales como el tráfico de armas, estupefacientes, entre otros. Además, favoreció en gran medida al turismo.
El Espacio Schengen considera extranjeros a los países que no se adhirieron a este.
El turismo no se considera una migración
Al turismo no se lo puede considerar una migración ya que el objetivo principal del turismo es el ocio y la recreación; y no el trabajo. Para considerárselo una migración tiene que haber un cambio de actividad y de espacio de vida.
Los turistas gastan dinero fuera del lugar donde este fue generado, y cuando el flujo turístico es importante genera ingresos muy significativos para el país receptor, nuevos puestos de trabajo y un crecimiento económico. En cambio, los inmigrantes generan y gastan dinero en el mismo lugar donde residen, pudiendo convertirse a la vez turistas en otros destinos.